Este texto es un fragmento del libro “La nacionalidad catalana” de Enric Prat de la Riba.
Prat de la Riba fue un representante destacado del nacionalismo catalán, católico y conservador, de la etapa de la Restauración. Fue abogado y político, perteneciente a los partidos Unión Catalanista y la Liga regionalista catalana. Intervino en la elaboración del primer manifiesto catalanista de la Historia: las”Bases de Manresa”.
Este documento es de carácter político-social, siendo sus destinatarios principales historiadores, politólogos, el pueblo catalán y el gobierno de la Restauración.
Este texto está fechado en el año 1906, por tanto cabe encuadrarlo en la etapa de la Restauración. La Restauración fue un período estable de nuestra historia, que se extiende desde el año 1874, año en el que se pone fin a la Primera República española, restableciéndose la monarquía borbónica y termina en 1923 cuando el general Miguel Primo de Rivera, con su pronunciamiento militar da paso a una dictadura. La Restauración tuvo como fundamentos políticos básicos a las Cortes y el Rey, a la Constitución de 1876 –la más longeva de nuestra historia- , al caciquismo y al turnismo. Cánovas del Castillo fue el factótum o ideólogo de este fraudulento sistema de alternancia política entre los dos principales partidos burgueses: el conservador, liderado por él mismo, y el Liberal, capitaneado por Sagasta. Buscaba, así, neutralizar a la oposición política formada por republicanos, carlistas, movimientos obreros y partidos nacionalistas y evitar la injerencia del ejército en la política.
Este escrito nos da las claves para analizar el nacionalismo catalán conservador de la etapa de la Restauración.
En primer lugar, Prat de la Riba comienza aludiendo al principio básico de todo nacionalismo: a cada nación, un Estado. Esta aspiración legítima, que él define como “fórmula política del nacionalismo”, va ligada al desarrollo de lo que denomina como “pannacionalismo”, es decir, la aspiración a que todos los territorios de la misma nacionalidad se agrupen bajo la dirección de un Estado único. Interpretamos así, que según este autor, el pueblo catalán aspira a convertirse en una nación, con un Estado propio.
A continuación, se muestra partidario de que España sea –aunque no cita esta palabra- un Estado federal unido y señala que esa unidad de los “pueblos ibéricos” es fruto de siglos de connivencia. En este punto, Prat se olvida de otras regiones españolas como Canarias, Baleares, Ceuta o Melilla.
Más adelantes, llega a asegurar que “el nacionalismo catalán nunca ha sido separatista”, afirmación que causaría estupor en los actuales políticos nacionalistas catalanes.
Por último, considera que el nacionalismo es el camino que lleva al progreso.
En efecto, los movimientos regionalistas y nacionalistas experimentaron un gran auge durante la etapa de la Restauración, época de desarrollo industrial y de la influencia de movimientos culturales como el Romanticismo. También se vincula con la pujanza de la clase social burguesía, especialmente en Cataluña y el País Vasco. Por lo general, los movimientos regionalistas ponen el acento en la reivindicación de los aspectos culturales de un pueblo (lengua, folklore, etc.) mientras los nacionalismos, unen a lo anterior, reivindicaciones de carácter político, que oscilan desde la aspiración de mayores cotas de autogobierno (nacionalismo moderado) hasta la independencia o autodeterminación (nacionalismo radical). Prat de la Riba representa la vertiente moderada y conservadora del nacionalismo catalán de la Restauración. Fue uno de sus principales ideólogos, autor además, del texto que recoge en lo esencial esta tendencia: las “Bases de Manresa” (1891). Pero el nacionalismo catalán no era homogéneo. Existía una vertiente republicana y laica (minoritaria) frente a la conservadora, católica y burguesa, representada por Prat de la Riba, entre otros. El catalanismo de Prat propugnaba que Cataluña fuera considerada una nación y por tanto, que necesariamente debía constituirse en un Estado propio, aunque dentro del Estado español. En definitiva, es partidario de que España se convierta en un Estado federal y no aspira a la independencia. Por lo demás, Prat de la Riba poseía una visión del pasado de una Cataluña romántica, donde los reyes castellanos habían estado agraviándola sistemáticamente. Asimismo, era partidario de participar en la vida política española para inclinar sus leyes a los intereses catalanes.
En paralelo al nacionalismo catalán, encontramos el nacionalismo vasco que tuvo en Sabino Arana a su principal formulador. Su ideología xenófoba y antiespañola, -denominaba maketos a los emigrantes españoles que trabajaban en el País Vasco- tuvo un cierto arraigo entre las clases medias y las zonas rurales.
Ambos, el nacionalismo catalán y el nacionalismo vasco con sus reivindicaciones, servirían de modelo para otros nacionalismos como el aragonés, canario, valenciano, gallego, etc.
En conclusión, este documento sintetiza las bases sobre las que se asienta el catalanismo moderado de Enric Prat de la Riba.
gracias
ResponderEliminarEstá genial, gracias.
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